Hoy amanecí bonita, y hoy debo decirlo, ayer al parecer también, y creo que anteayer igual.
Y eso no tiene nada que ver con vanidad o soberbia, porque creo que nunca lo he sido, ya que soy todo lo contrario. Porque eso de aparentar algo que no soy , aunque muchas veces he querido hacerlo, nunca me ha resultado.
Muchas personas han acompañado mi vida hasta aquí en distintas facetas . Y creo que ponerme a enumerar a cada una me faltaría mucho texto.
Alguien me dijo un día que siempre nos encontramos con nuestro otro yo en algún lugar de nuestro camino , y creo que eso muchas veces no es casual. Nos reconocemos y sabemos que en alguna parte fuimos del mismo mundo.
Cuando se juntan los mismos pensamientos en varias personas es como encontrar nuestro propio talón de Aquiles, o encontrarnos con nuestras coincidencias dibujadas en una misma identidad.
Y así son las miles de mujeres que se me han cruzado en cada lugar donde he viajado.
Creo que sin dudarlo es la mejor raza humana que aun cuando pasen los años posee la cualidad y la capacidad de volver a cero, aún cuando el cuerpo muchas veces se acostumbra a los grados bajo cero que dejan los días nublados.
Vuelves a sentir que respiras a la vida y decides dejar de ahogarte , porque estas segura que no eres la única en el mundo tratando de dar vuelta la hoja, porque luego vienen miles de nuevas sonrisas, y gracias a ello se puede volver a nadar sobre un montón de charcos que en vez de saltar , ahora es mejor bailar sobre ellos.
Cuando las mentes de varias mujeres se mezclan y se juntan nacen nuevas fuerzas, se festeja la vida, crece la magia, se recompone el espíritu, se entierran dolores, y el poder de la sanación cobra vida como un nuevo alimento.
Se es capaz de ser aire, brisa, huracán y tormenta a la vez dejando de ser la huella de alguien y levantando ese muro de la necesaria independencia.
Recuerdo que hablar del futuro en otros tiempos no existía. Porque crecimos en una adolescencia tan presente y tan llena de otras músicas, planeando quizás una salida al cine a ver algún estreno, o pensando tal vez en el nuevo baile o en ese chico que nos empezaba a gustar.
Y nuestro futuro era hablar, hablar y hablar, hasta cansarnos. Porque existía el diálogo en vivo y no en un chat.
Y yo incluso, tan ingenua era que pensaba que casarse después de los 20 ya sería muy tarde. O llegar a los 30 quizás sería empezar a pensar en mi próxima vejez.
Hoy una gran parte de nosotras ya está pasando a la siguiente fase de nuestras vidas. Ya vemos esas irremediables arrugas o tal vez esa temida menopausia ya se instaló en el cuerpo de varias.
Somos las siguientes sobrevivientes de todo aquello que nos ha hecho ganarnos cada una de nuestras canas, arrugas o varias estrías. Hemos sobrevivido entre educar hijos , o también, cuidarlos de enfermedades, experimentando cambios , y en fin, todo aquello que la vida nos ha ido dejando en nuestros 30, 40, 50 años y más.
Y es que el tiempo nos enseña a ir construyendo cimientos nuevos sacados de muchos pedazos de esa nueva construcción. Nos hacemos más sabias, más seguras, más completas, y hasta llegamos a sentirnos más salvajes sin nuevos miedos que nos agobien o sin tantas dudas que nos atormenten a pensar que estamos haciendo de nuevo mal las cosas.
Muchas veces hay que intentar hacer algo nuevo para saber si nos sirve para el momento o será para toda la vida, y en el no aprender de ello, encontramos igual la respuesta, aún asumiendo costos y corriendo riesgos.
Y tú , ¿sigues pensando que te faltan cosas por hacer, aún cuando tienes un techo sobre tu cabeza , y quizás menos muebles de una amiga que presume tenerlo todo? .
Eres libre de expresarte, hoy , mañana y toda tu vida, con altos y bajos. Si quieres puedes llorar, reír , soltar tu rabia, y eso también incluye querer estar o no.
Hoy más de la mitad de las cosas que tengo las busqué obviando prejuicios y omitiendo permisos.
Soy quien soy a pesar de mi pesar. Permití gente en mi agenda que muy a mi pesar dolió esa despedida.
Creí en ese cuento de hadas perfecto que solo traía bestias y nunca príncipes.
Me dolieron hasta las venas por miradas que nunca fueron sinceras, pero en cada etapa puse todo de mi parte, así es que por ese lado no tengo deudas conmigo misma.
Hoy vivo honrando mi alma, porque escucho ese silencio embravecido de todo lo que tiembla en mis manos y en ese nuevo aliento de cada mañana.
No estoy perdida en la vida porque me tengo a mi misma , porque hace un tiempo y gracias a Dios descubrí que nadie me va a poner donde yo no quiero estar. Y sé que voy a llegar hasta el fondo de lo que quiero llegar a ser.
Hace mucho que despierto y afuera ya no llueve , porque descubrí que lo único más constante y cierto en mi camino ha sido cada nuevo cambio que le he querido dar a mi vida.
Hoy ya no vivo entre dudas, porque lo único que anhelo es que un día la muerte me encuentre tal cual soy y donde yo decida estar, pero siempre siendo yo misma.
Hoy nada me falta ni nada me sobra. Pero me basta con saber que ésta es mi vida y que acá, solo me mando yo.