Lo que Dios ha unido

por Elizabeth Barria
Lo que Dios ha unido

El día que decidí unir mi vida con  ese alguien , y por quien con el tiempo  llegue a sentir más admiración que amor, fue un día tan significativo como cuando estamos recibiendo desde niños la sagrada comunión. 

Bendecir,  elogiar, enaltecer o como quiera llamarse, pero todo  con el fin de bendecir  esa unión en una iglesia. 

Tan importante como llevar ese vestido blanco inmaculado , color asociado a la bondad, la inocencia, la pureza y la virginidad. Para mi, uno de mis colores  preferidos porque es el color de la perfección, ideal  y preciso para una novia tan tradicional como lo fui yo.

Era muy  importante para mi unir mi vida con alguien que piense lo mismo que yo, con alguien que me proteja, que me contenga, que me respete, que me quiera por lo que yo era y no por llegar a sumar estrellas o  mostrarle al mundo algo irreal e imaginario. 

Sin llegar a ser  más o menos religiosa en mi vida en general, he  llegado a pensar que un vínculo matrimonial  no es más que un simple ritual de palabras, que más allá de aprenderlas de memoria, es bien difícil llegar a profundizarlas si tu estilo de vida es precisamente la de cometer adulterios desde siempre, sin dimensionar ni  pensar el daño que se causa, y a cuantas personas importantes en tu vida eso involucra.

Recuerdo que el padre que nos casó , miró los anillos antes de bendecirlos  y nos preguntó qué significa el anillo en la unión  de un matrimonio y por qué  los compramos de oro.

A lo cual nos miramos y ambos respondimos lo mismo:

“De oro porque  es el material más noble que existe y no se acaba, y porque  la forma del anillo no tiene principio ni fin, y  ello marca el comienzo de una  próspera  vida en común”.

En la actualidad, llevar un anillo de compromiso también denota el significado de compromiso y fidelidad. Dos palabras tan importantes como extenso su significado.

Y desde ahí luego proviene la frase típica : “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. Que significa claramente  que el matrimonio es un sacramento indisoluble  donde una mujer y un hombre se unen y llegan a ser uno solo. 

Y que Dios no creó al hombre para vivir solo, sino en compañía. 

Siempre había visto el matrimonio como algo sagrado, que nos une libremente y  para siempre con esa persona elegida para compartir para siempre nuestra vida. 

No es un negocio que podamos culminar o  un contrato que podamos anular cuando se nos plazca. 

Pero como todo en la vida cambia, hoy  avalo y creo  mucho en  la  frase :

“Los  tiempos de Dios son perfectos “, o en ese  “Ni antes ni después”. 

Y frente  a eso, hoy  escribo  esto de acuerdo a los tiempos que vivimos. 

Creo que cada año que pasamos con quien elegimos en nuestra vida tiene distintos procesos. Y lo importante es saber pasarlos y comprender cada uno de ellos.

No escogemos a las personas  que nos rompen el corazón, pero sí podemos decidir hasta cuándo lo harán. 

Y es que a veces estamos tan cerca de las cosas que nos hacen daño y somos tan ciegos que no logramos verlos con la nitidez necesaria y así llegar a darnos cuenta que ese lugar ya no es el nuestro. O lo que es peor , preferimos seguir viviendo de aparentar la figura del matrimonio ideal y perfecto.

Creo que frente a eso, existe algo que el tiempo no puede borrar,  a pesar de su innegable capacidad destructiva de anular algo , y son los buenos recuerdos y las horas que uno fue  feliz. 

Hoy vivimos en una sociedad difícil de aceptar, donde el mundo va de mal en peor, donde aumentan las injusticias  entre países ricos y pobres, y donde crece la violencia día a día.

Y sea cual sea nuestro escenario de vida , hoy la familia es la célula  base de toda sociedad. Sin eso no hay objetivos ni proyecciones.

Pero un día,  ese “te seré fiel hasta la muerte”  que así como se convierte en promesas de amor eterno,  y donde se promete  fidelidad incondicionalmente , luego se asoma a nuestro horizonte la cuota de la duda de poder lograr eso, frente a debilidades  que aparecen en el camino de caer en  muchos deseos que llegan a ser incumplidos.

La fidelidad si no es  labrada día a día ya no cumple el mismo objetivo. 

En mi caso, cuando casi cumplía 25 años de matrimonio cumpliendo varios roles, entre ser mamá,  hacer comida, limpiando la casa, dando besos de buenas noches o besos de bienvenidas cada  vuelta del trabajo, educando, criando, esperando salidas y cambios de turnos, 

cuidando a los hijos que ambos trajimos al mundo, dando vuelta la hoja liberándome de cosas materiales, de repente te ves envuelta en muchas cosas inexplicables donde te haces merecedor de culpas  y de juicios donde jamás pensaste involucrarte. 

No entiendes nada hasta ahí.

Y es que así vamos aprendiendo lecciones de lo que realmente significa la palabra amor en un matrimonio.

O es que acaso debemos  poseer para siempre  la capacidad de poner la otra mejilla frente a tanto aguante cuando ya hemos cruzado  el puente con tanta agua turbia.

Por supuesto que cuando te casas y unes tu vida con otra persona, el amor es el sentimiento más importante en esa unión. 

Es  emoción , es gusto, es placer, es actividad, es ese mariposeo en el estómago, es el rubor en tus mejillas, es poesía, es novela, es literatura.  

Entonces, cuando te encuentras con tantas sorpresas de culpas, te preguntas mil veces, cuál es el verdadero significado del  amor que pensaste de esa otra persona. 

O en que parte de tu historia te pasaron a llevar como ser humano más que siendo cónyuge  fiel por tantos años.

Claro, todas son expresiones tan pobres que por ello nos encontramos con seres que 

amando se sienten infelices, insatisfechos, vacíos.  Se sienten objetos más que personas. 

Se encuentran pisando en arenas movedizas más que un suelo firme. O lo que es peor aún, se hacen víctimas de sus propias culpas.

Se forman  con esa capacidad de hacerse victimas frente al sexo opuesto tratando de mostrarse casi como seres perfectos frente a sus propios errores que saben cubrir muy bien con tantas adulaciones y promesas que ni ellos mismos saben si cumplirán. 

Creo que el amor en un matrimonio implica por sobre todo la fidelidad, el cuidado del uno por el otro, acogerse como es el otro y no como uno quiere que sea,  porque si cualquier factor de eso falla una vez , ya nada será lo mismo.   Y eso aplica para cualquier relación venidera. 

Cuando dejamos entrar  el egoísmo, el individualismo, la rutina, la falta de detalles y de diálogo, las ventajas personales y tantas otras, se hace incapaz de poder  amar a cualquier persona.

Porque si bien el matrimonio no es un contrato legal , sí es una alianza estable de entrega mutua.

Empezar desde cero, por supuesto que sí, y hoy honro eso porque así le he ido dando un nuevo sentido a mi vida, y porque creo que antes ni siquiera sabía su dirección.  .

Me perdono por lo que pude hacer y porque no estaba en mi destino no hacerlo.

Una acción que he aprendido y que nos denota superioridad: Perdona siempre a tu enemigo, porque no hay nada que le enfurezca más.

Porque hay que  avanzar para que lleguen nuevos comienzos y porque es preciso perderse para volver a encontrarse, porque en  cada extravío  siempre nos espera un nuevo hallazgo. 

He sentido miedos, claro que sí, pero he entendido que detrás del miedo siempre nacen nuevos corajes y detrás de cada nueva duda aparecerán siempre nuevas certezas.

Y porque cuando menos lo esperas, ese es el momento perfecto.

Lo que Dios ha unido , hoy por supuesto que lo separa el  hombre . 

Y  eso,  que hoy lo comprenda quien quiera y pueda  comprenderlo.

No te aferres al camino espinoso, Dios ya lo camino por ti.

No te aferres al camino espinoso, Dios ya lo camino por ti.

 

 

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